Vivimos en una época en la que nuestros hijos y nuestras hijas están expuestos a un flujo constante de información desde que se levantan hasta que se acuestan. Redes sociales, chats de grupo, vídeos virales, memes, noticias que saltan de móvil en móvil… y entre todo eso, la desinformación se cuela sin pedir permiso.
Y no hablamos solo de noticias falsas sobre política o ciencia. También hablamos de rumores entre compañeros, cadenas engañosas en WhatsApp o bulos que afectan directamente a su autoestima, a su visión del mundo o a sus relaciones personales.
Como madres y padres en la era digital, no podemos mirar hacia otro lado. La educación en la verdad, en la duda sana y en la verificación crítica empieza también en casa. Aquí te contamos cómo hacerlo.
¿Qué es realmente la desinformación y cómo afecta a nuestras familias?
La palabra “fake news” se queda corta. La desinformación abarca mucho más: desde mentiras creadas con intención de manipular (disinformation), hasta errores sin mala intención (misinformation), pasando por verdades sacadas de contexto que buscan herir o polarizar (malinformation).
Nuestros adolescentes están expuestos a todo eso, pero muchas veces no tienen aún las herramientas necesarias para identificarlo. ¿Y si les ayudamos desde casa?

Pensamiento crítico en casa: sembrar la duda, no el miedo
No se trata de volvernos paranoicos. Se trata de enseñar a pensar. En la escuela se trabaja cada vez más el pensamiento crítico, pero en casa también podemos:
- Hacer preguntas cuando veamos algo viral: ¿quién lo dice?, ¿para qué?, ¿hay pruebas?
- Comentar juntos noticias o vídeos, buscando puntos de vista distintos.
- Animar a nuestros hijos e hijas a contrastar antes de compartir.
- Validar que duden: no todo lo que dice una pantalla merece nuestra confianza.
No hace falta ser expertos en medios. Basta con ser curiosos, pacientes y coherentes.

Rumores y redes: el otro frente de la desinformación
A veces los bulos no vienen de la prensa, sino de los pasillos del instituto. Frases como “dicen que han expulsado a…”, “me han dicho que fulanito hizo esto”, o “mira este pantallazo” son tan virales como cualquier vídeo de TikTok.
En casa podemos ayudar:
- Enseñando que no todo lo que se oye merece ser repetido.
- Preguntando: ¿cómo sabes que eso es cierto? antes de sumarnos al comentario.
- Reforzando la idea de que compartir un rumor también es una forma de hacer daño, incluso sin querer.

Verificar en familia: pequeños gestos con gran impacto
No hace falta convertir nuestra casa en una redacción periodística. Basta con incorporar hábitos cotidianos de verificación:
- Antes de reenviar algo impactante, preguntarnos: ¿esto es de hoy? ¿lo ha publicado alguien confiable?
- Usar juntos herramientas básicas como Google Imágenes para ver si una foto es actual o sacada de contexto.
- Visitar con nuestros hijos e hijas sitios de verificación como Maldita.es o Newtral para ver cómo se desmonta un bulo.
Convertir la verificación en un juego o en una conversación más, ayuda a naturalizarla.

Cuidar el entorno digital: el ejemplo también cuenta
La mejor herramienta contra la desinformación es una mente que no va con prisas. Pero eso choca con la realidad: scroll sin fin, cientos de notificaciones, necesidad de reaccionar al instante…
¿Qué podemos hacer?
- Reducir juntos la sobrecarga de pantallas y estímulos.
- Elegir momentos de “desconexión” en familia.
- Hablar del uso que hacemos nosotros mismos del móvil: somos su referente.

Un esfuerzo común: familia y escuela del mismo lado
La escuela no puede sola. Pero la familia tampoco. Lo ideal es que exista una alianza educativa, donde la defensa ante la desinformación se entienda como una responsabilidad compartida.
Como madres y padres, podemos apoyar las actividades escolares sobre pensamiento crítico, asistir a charlas, compartir recursos y, sobre todo, reforzar los mismos valores en casa: curiosidad, respeto, duda razonable, búsqueda de la verdad.

Conclusión: educar en la era digital también es educar en la verdad
En una época en la que la mentira puede disfrazarse con filtros y titulares, enseñar a buscar la verdad es uno de los actos más poderosos que podemos ofrecer como familia.
Nuestros hijos e hijas necesitan algo más que conexión a internet. Necesitan criterio. Y eso se entrena. Día a día. Con calma. Con diálogo. Y con amor.

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